Los espejos del río

Enrique Baltanás, poeta y profesor de la Hispalense, escribe la bitácora «Al margen de los días». Este alcalareño abrió hace un año su sitio en la blogosfera y desde entonces ha sido enlazado por webs como «Libro de notas», en la que describen su bitácora como una «mezcla de breves epigramas y más extensas reflexiones sobre literatura y actualidad, siempre desde una postura crítica y una visión no estereotipada de las cosas». En las últimas semanas ha ido publicando por partes un texto sobre el río Guadaíra que forma parte del libro «Las miradas del agua» que editó Emasesa. Un breve fragmento del mismo:

Tengo muy cerca el río. Bastaría con salir de mi casa y dar unos cuantos pasos para llegar hasta su orilla. Pero no lo hago. Lo hice ya, hace años, cuando escribí aquel libro del Viaje al Guadaíra, y para el que di, no unos cuantos pasos, sino muchos, porque era libro andariego y transeúnte. Lo que hago ahora es pensar, dejar libre la mente en su divagación imaginaria, y rasgar con la pluma unos cuantos pliegos de papel, aunque ya, por mor de la industria -no milagro, milagro, sino industria, industria, que dijera Basilio, el que le robó a Camacho la bella Quiteria-, ni necesite pluma ni precise papel. Tecleo sobre un teclado, y las letras, las frases, los párrafos van surgiendo mágicamente -pero no milagro, milagro?- sobre una pantalla luminosa. Blanco papel o pantalla luminosa, para el caso es lo mismo. El caso es discurrir, sacar a flote lo que cubre y oculta el agua cenagosa de los pensamientos dormidos. Y al correr de la pluma o al sonar del teclado, va uno pensando en el río menor y provinciano.

Bajo el título «Los espejos del río. Divagaciones de un paseante sentado», el texto se compone de las siguientes partes: «El átomo provincial», «Nuestras vidas son los ríos», «La cebolla de la historia», «Nombrar es recordar», «Los dos nombres del río», «Pavones en el bosque» y «El sitio de San Francisco».